El placer de la caza

Esta es una de esas películas cuyo cartel había visto decenas de veces y, aún sabiendo que posiblemente me gustaría, no me daba por verla. Al final me decidí, y no me arrepiento en absoluto.

Si te gustan las películas de terror/supervivencia rural (subgénero que da para una entrada entera dedicada a él), esta no puede defraudar. Posee el concepto de urbanitas en un entorno rural que no es el suyo de Deliverance o Bosque de sombras, y el salvajismo psicópata de La matanza de Texas y El rey de la montaña.

La historia es muy sencilla, como no podía ser de otra forma en una película de este tipo: un grupo de muchachos van a pasar unas vacaciones al campo, las cuales se van al carajo cuando empiezan a ser atacados por un grupo de cazadores asesinos.

Esta premisa, que tan explotada estuvo en la década de los setenta y ochenta, de vez en cuando es homenajeada de mejor o peor forma. En este caso, el resultado es notable, Incluso se ambienta en los años setenta, cosa que el realismo lo agradece. Dudo mucho que hoy en día, en la era de los móviles de última generación, alguien pueda quedar aislado en el bosque a merced de una panda de asesinos.

No es una película pretenciosa ni mucho menos, sólo busca agobiarnos un poco y hacérnoslo pasar mal mediante algunas escenas gore que, por otra parte, no llegan a ser extremadamente fuertes.

El final tampoco no ofrece ninguna sorpresa significativa ni ningún giro de guión como ocurría, por ejemplo, en Alta Tensión. Tampoco es que haya un final feliz, pero lo que está claro es que El placer de la caza no busca engañar al espectador de ninguna de las maneras. Lo que vemos es lo que hay.

Un aspecto que me ha llamado la atención es que casi no podemos ver la cara de los asesinos. Al principio están fuera de plano o solo son enfocados de cuello para abajo, pero luego, curiosamente, les tenemos de frente y ¡tampoco se les ve la cara con claridad! ya sea por tener la visera de la gorra bajada o por tener el rostro ensombrecido. Supongo que esto viene a decirnos que da igual que el atacante sea un tipo guapísimo o un ser deforme y monstruoso; lo único que importa son los actos. Y si no, preguntadle al asesino de la máscara de Asesinato en 8 mm.

Los actores están más que correctos, aunque tampoco creo que hagan carrera con esta película. Ni el director tampoco, y eso que hace un trabajo más que digno, mostrándonos claramente las heridas y efectos de un buen escopetazo en el pecho o las piernas. Y es que cuando veo una película de este tipo, no me gusta eso de tener que imaginarme las cosas. Quiero que me enseñen lo que ocurre, y quiero que me lo enseñen claramente, no fuera de plano.

En ese aspecto, El placer de la caza me ha recordado muchísimo a las películas pertenecientes a la nouvelle horreur vague, ese nuevo cine de terror francés cargado de violencia seca y sangre.

Y poco más se puede decir de ella, sólo que se hace tremendamente divertida y, gracias a su corta duración (una hora y cuarto aproximadamente) es imposible aburrirse un solo minuto.