lunes, 28 de enero de 2013

Brian the Brain

No recuerdo en qué momento exacto me hice fan de la obra de Miguel Ángel Martín, pero todo se remonta allá por el verano del 96 o 97, estando yo con mi familia de veraneo en Torremolinos. 
Una de aquellas mañanas de verano me colé en una tienda de todo a cien y me fijé en unas polvorientas revistas de segunda mano empaquetadas a pares; se tratada de la mítica revista de cómics para adultos Zona 84.
Lo primero es que no sé qué coño hacía aquello en una tienda de ese tipo, y lo segundo es que me las compré con las 300 pesetas que tenía en la cartera.
El trauma no tardó en llegar. Tengamos en cuenta que yo era un pequeñajo inocente y virginal que pensaba que los cómics eran únicamente cosas como Mortadelo y Filemón, Tintín y Asterix. En otras palabras, yo creía que los cómics eran cosa de niños (y lamentablemente aún hay idiotas prejuiciosos con los huevos ya negros que lo siguen pensando).
Me pongo a hojear aquellas dos Zona 84 y empiezo a ver desnudos, mutilaciones, palabrotas... ¡¡incluso llegué a pensar que aquello era algo poco menos que ilegal!! Bendita inocencia. 

De entre todos los cómics que aparecían en aquellos dos números me fijé en uno llamado Keibol Black, protagonizado por una especie de Bruce Willis especializado en matar extraterrestres y demás alimañas, al mismo tiempo que hacía gala de una mala uva y humor negro impresionantes. 

El autor era Miguel Ángel Martín, y a día de hoy aún no sé por qué me fijé en él y me interesé por toda su obra.
Puede que fuese por su dibujo sencillo de trazos limpios y aspecto inocente, o por su fría forma de narrar historias macabras y desagradables, convirtiendo la necrofilia, el asesinato y las infecciones más horripilantes en algo cotidiano.
Sea como fuere, desde aquel descubrimiento (Keibol Black), me puse a investigar a fondo en la obra de éste autor, descubriendo joyas como Snuff 2000, Psychopathia Sexualis (estos dos especialmente grotescos y perturbadores), Atolladero Texas, Surfing on the third wave o la que voy a comentar en ésta entrada; Brian the Brain.

Con Brian the Brain estamos ante un Miguel Ángel Martín más comedido, menos gore y menos explícito, al menos gráficamente hablando, porque todo el cómic destila la típica mala baba y crueldad que caracteriza la obra de éste autor.
El protagonista es un niño superdotado y telépata con el cerebro fuera de cráneo, algo que, si estuviésemos hablando de otro autor, sería motivo para convertir al protagonista en un superhéroe como mínimo, pero en el mundo de Martín no hay personajes de ese tipo, sólo perdedores, enfermos, desgraciados y psicópatas, por lo que el pobre Brian queda reducido a un minusválido víctima de la crueldad de sus compañeros de clase (y del mundo en general), incapaz de tener una verdadera amistad con alguien que no sufra algún tipo de deformación física o mutación.
La trama transcurre en un futuro no demasiado lejano, en el que no hay grandes avances tecnológicos y la moral humana está por debajo de cero, imponiéndose la superficialidad y el materialismo, algo constante en prácticamente toda la obra de Martín. Ahora que lo pienso, Miguel Ángel Martín podría considerarse el Bret Easton Ellis del cómic. 

De nuevo nos encontramos con un dibujo limpio y perfectamente definido, que confiere a los personajes un aspecto infantil e inocente, pero nada más lejos de la realidad.
Brian the Brain, pese a no contener apenas momentos gore, está repleto de humor negro y mala leche, recayendo ambos elementos sobre su protagonista (y salpicando a quienes le rodean). Esto significa que si a Brian le va bien, sea por lo que sea, podemos estar seguros de que en las próximas dos páginas toda su buena suerte se va a ir a la mierda. 

En cuanto al tipo de narración, se empezaron publicado tiras cortas autoconclusivas, y se prosiguió con historietas algo más extensas con cierta continuidad.
Hace poco se editó un nuevo volumen a modo de secuela que narra la adolescencia de Brian. No he tenido la oportunidad de leerlo aún, pero tengo el presentimiento de que, si la adolescencia de casi todo el mundo ha sido una pesadilla, la del pobre Brian será un total infierno. 

4 comentarios:

  1. Yo a Miguel Ángel Martín lo descubrí en las páginas de El Víbora, de una forma parecida a la que describes tú. La diferencia es que en mi caso fue un montón de revistas que me regaló un peluquero que tenía la tienda al lado de la librería de mi padre con yo tenía 11 o 12 años. Había algunos Zona 84 y muchos Víboras. Luego El Víbora empezó a llegar a la tienda de mi padre y me quedé enganchado (aunque siempre me molestó que en ocasiones criticaran los cómics de superhéroes y demás, porque a mí me seguían gustando. Todavía hoy, que leo tanto superhéroes como underground e independientes me siguen molestando los dardos que se tiran entre ellos, a mí me gusta todo).

    En todo caso, lo cierto es que no comparto tu gusto por Martín. Hay algunas historias que sí que me gustaron al leerlas, pero la mayoría no tanto. Al cabo de un tiempo se me hizo algo repetitivo. Pero es cuestión de gusto personal, ya que, independientemente de lo que me parezca, estoy de acuerdo en que es un autor muy personal con un estilo único inconfundible.

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    1. Pues sí, está feo que dentro del mundo del cómic haya puteos mutuos, pero eso es algo que ocurre en todas las modalidades de arte. El problema viene cuando ridiculizan algo que te gusta, como es tu caso.

      Está claro que Martín es, como todos los creadores con un estilo propio muy marcado, de esos que se aman o se odia, y que rara vez hay término medio.
      Es cierto que a veces abusa de la provocación fácil, ya sea mediante el uso de diálogos o de imágenes desagradables, pero con éste tío me pasa como con Tarantino; como me gusta lo que ofrece, no me importa que se repita.

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  2. La edad de la inocencia...jeje Bonita anecdota. Yo tambien tengo unos vagos recuerdos del salto de los tipicos Mortadelo, ZipiZape, Filemon, etc, por aquel entonces en plenos 80 flipaba mucho con 1984, luego tambien tenian mucho exito entre la chavaleria cosas como Horror, Ruta 69...etc.
    Un saludo!

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    1. Y la mítica Dossier Negro! Que casualmente también la descubrí en un Todo a cien jaja

      un saludo!

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