jueves, 11 de abril de 2013

El doble del Diablo


Lee Tamahori es un director que siempre me ha resultado bastante indiferente, pues sus proyectos generalmente no me han interesado demasiado, bien por la temática, o bien porque me parece un director poco interesante.
Cuando escuché hablar por primera vez de El doble del Diablo y leí la sinopsis me olvidé de quién era el director y me centré en lo que verdaderamente importa: la historia, que sí que me llamaba la atención, aunque admito que cuando me puse a ver la película no tenía demasiadas esperanzas de que me gustase. Por suerte estaba equivocado. 
El film nos cuenta la historia real de un tipo que es reclutado (y cuando digo reclutado quiero decir obligado con amenazas de muerte hacia él y su familia) por el hijo de Sadam Husein para ser su doble y guardaespaldas.
Como al chaval no le quedan más narices que aceptar el cargo tiene que ponerse manos a la obra, lo cual consiste en aprenderse la gesticulación, forma de hablar, expresiones faciales, etc de la persona a la que tiene que doblar. Y para todo lo que no puede arreglarse practicando, siempre queda la cirugía plástica. Cualquier cosa con tal de conseguir ser idéntico a la otra persona. 

La película nos presenta el dilema moral del doble, quien tiene que pasar prácticamente las 24 horas del día junto al otro tipo, y teniendo en cuenta las facultades mentales de esa persona, la labor se vuelve realmente jodida. 
El hijo de Husein (y aquí no sé dónde acaba la ficción y empieza la realidad) se nos presenta como un auténtico cabrón. No me refiero a un cabrón tipo Hans Gruber, no. Éste está más cerca de Leatherface que de otra cosa. 
El chaval es un absoluto psycokiller del que fácilmente se podría hacer una película de terror en la línea de Ted Bundy o Ed Gein, y todo ello aderezado con la chulería, estilismo y riqueza de un Tony Stark desbocado. Una combinación demencial y peligrosa donde las haya. 
Imagino que la película exagera la demencia de éste hombre, pero según he leído en internet sobre el personaje real, parece que no se aleja mucho de cómo era realmente, y teniendo en cuenta que su padre era Sadan Husein, tampoco es de extrañar. 

El doble del Diablo, tal y como sospechaba cuando vi el trailer, está bien surtida de momentos crudos y uno de ellos especialmente gore, protagonizado por una mesa, un borracho y un machete. 
Y hablando de protagonizar, mención especial merece Dominic Cooper, haciendo una labor actoral sobresaliente interpretando dos papeles radicalmente opuestos, sumando a esto la dificultad de que uno de ellos imita al otro en ocasiones. Una locura. 

El resultado es una muy buena y entretenida película que no dejará a nadie indiferente, ya que si la historia del doble no le interesa a alguien, aún queda la trama secundaria del psicópata y sus crímenes, que es tanto o más interesante. 
¡Ah! Y el final, con el que estuve a punto de levantarme del sillón y aplaudir.  Cuando lo veáis me entenderéis. 

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