miércoles, 4 de febrero de 2015

Río Conchos


Inmediatamente antes de que Sergio Leone sacase la artillería y revolucionara el género con su magnífica Por un puñado de dólares, un tal Gordon Douglas se marcó un western que parecía adelantarse a su tiempo y, de algún modo, profetizar lo que estaba por venir. 
Leone cambió las cosas, porque antes de él los westerns eran limpios y políticamente correctos. No voy a despreciar a Howard Hawks y su, por ejemplo, Río Bravo; ni tampoco negaré que Solo ante el peligro o Raíces Profundas sean obras maestras incuestionables. Pero es obvio que son películas sin un ápice de mala uva ni suciedad... Todo en ellas es demasiado "bonito" y pulcro, por decirlo de alguna forma. Y maldita sea, transcurren en un entorno árido, polvoriento y salvaje, de modo que no puedo evitar echar en falta alguna macarrada. 
A partir de los años 60, después de Leone, Corbucci y Peckinpah, el western empezó a ser lo que por naturaleza le correspondía: salvaje y gamberro. 

Pero volvamos a Gordon Douglas y su Río Conchos
Se trata de un film anterior a Leone y, por consiguiente, anterior a esa época en la que el género se volvió sucio y agresivo, sin embargo en Río Conchos se atisban coletazos de lo que estaba por venir, y de algo más. 
Para empezar en esta película está presente esa decadencia que tanto caracterizó a los exitosos spaguetti westerns: polvo, suciedad, personajes demacrados, de dudosa moral y de aún más dudosa higiene. 

El argumento, sin que sea un elemento que podamos catalogar como algo propio o impropio de la época, sí que tiene ciertas reminiscencias macarras que incluso pueden recordar al actual cine de Tarantino o a títulos como Doce del Patíbulo; hombres, la mayor parte de ellos perdedores, con una misión que cumplir. En el caso de Río Conchos se nos narran las aventuras y desventuras de un grupo de tipos a los que se les ha asignado un objetivo: matar a un coronel traidor que está vendiendo armas a los apaches. 
Un momento... ¿Una misión? ¿Un recorrido lleno de contratiempos? ¿Un río? ¿Un traidor que se ha pasado al bando enemigo y debe morir? ¡Esto es Apocalyspse Now! Efectivamente, el parecido entre Río Conchos y el filme de Coppola es más que evidente, salvando las distancias, el tono y el mensaje, pero no me negaréis que las similitudes son palpables. 
Prestad especial atención a la casa que se ha construido Pardee, el coronel traidor, totalmente demencial, desestructurada y sin coherencia. ¿Podría considerarse como otro punto en común con Apocalypse Now? El villano no sólo es un traidor, sino que también se ha vuelto loco de remate. 

No voy a entrar a valorar las estupendas virtudes técnicas de esta injustamente desconocida joya del cine porque creo que tiene elementos más interesantes de los que hablar, pero sí, técnicamente es impresionante y está llena de fuerza. Prueba de ello es la última secuencia, en la que, además de montarse un pollo más que considerable, la locura y lo poético se dan la mano. 
Fijaos en el personaje de la izquierda. Hay algo en él, quizá el peinado, su
pulcro afeitado o esa camisa tan hipster, que no me cuadra con la
época en la que transcurre la película. Parece que ha venido del futuro.
Las altas dosis de violencia son otro punto a tener en cuenta si, de nuevo, nos atenemos a que se trata de una película perteneciente a una época en la que el género aún no se había soltado la melena, por eso resultan especialmente impactantes algunas secuencias, como la de la apache amamantando a un bebé muerto, la de los arbustos en llamas (en la que Lassister, un tipo lleno de odio hacia los indios, pide que no se le dispare a un apache que está ardiendo para que así sufra más) o la tortura infligida a los protagonistas cuando, hacia la recta final, son capturados. 
Obviamente si abordamos la película con la falta de inocencia y la insensibilidad propia de nuestros tiempos, donde ya hemos visto todo lo que hay que ver por muy enfermizo y abyecto que sea, no nos sorprenderá demasiado el grado de violencia que hay en Río Conchos, pero hagamos un esfuerzo y veámosla como si fuésemos virginales espectadores de 1964. 

Como ya digo, se trata de una película injustamente poco conocida pero de una calidad sorprendente y muy adelantada a su tiempo. Sin duda vale la pena verla, y lo que es mejor, cuando charléis con vuestros colegas cinéfilos sobre cine del oeste quedaréis como unos campeones la mar de entendidos poniendo encima de la mesa un título que, posiblemente, ninguno de los presentes conozca, salvo vosotros. Y además, si estáis pletóricos y con un par de cervezas de más encima, os podéis marcar el pegote de decir que Apocalypse Now es su remake, aunque sea mentira. 

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