domingo, 31 de julio de 2016

Green Room


Tras Blue Ruin, el anterior trabajo de Jeremy Saulnier, no era necesario ver Green Room para saber que iba a gustarme, y por suerte estaba en lo cierto.
Todos cometemos estupideces durante nuestra juventud y adolescencia. Es algo normal que lleva siendo así, posiblemente, desde el inicio de los tiempos. Y los protagonistas de Green Room son jóvenes, son rebeldes y son punks, ¿qué puede salir mal? Todo, por supuesto, sobre todo cuando estos chicos deciden dar un concierto en un local neonazi en mitad de ninguna parte y comenzar el repertorio musical con un explícito tema antifascista. Es lógico pensar que los problemas van a comenzar ahí, sin embargo no. El detonante es otro, y a partir de ese punto comienza una noche infernal en la que sobrevivir dependerá de la audacia y mala leche de los protagonistas.

Siempre he pensado que las películas que abusan de la violencia pierden fuelle enseguida. No puedes pretender estar 90 minutos impactando al espectador a base de gore y sangre, porque el efecto se pierde, se disipa y la audiencia se insensibiliza. La mejor forma de tocar la moral es tomándote tu tiempo, preparando el terreno y, cuando nadie lo vea venir, metes el bombazo. Por eso puedo decir que Green Room posee algunas de las escenas de violencia más impactantes y bien llevadas que he visto últimamente. Sin ir más lejos, la imagen del brazo acuchillado me descolocó más que toda la saga Saw junta. Basta con no recrearse más de lo necesario ni buscar causar repulsión para conseguir buenos resultados.
Aunque la premisa de la película no inventa nada que no hayamos visto en títulos como La noche de los muertos vivientes, Río Bravo o Asalto a la comisaría del distrito 13, el conjunto posee entidad propia y calidad a raudales como para no tener que estar a la sombra de nadie.  
En el reparto tenemos al recientemente fallecido Anton Yelchin, Imogen Poots y, destacando por encima de todos debido a que rara vez le vemos en papeles tan oscuros, Patrick Stewart, quien da vida al dueño del local neonazi en el que transcurre la acción.


Y aquí la vídeo reseña, por si en vez de leer preferís verme el careto.

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