El drama del director Nicolas
Winding Refn fue darse a conocer al gran público con una película fabulosa,
bellísima… pero que en absoluto representa el verdadero ADN del director danés.
Estoy hablando de Drive, claro. Por
supuesto que en ella está impresa la marca de su director (largos silencios,
violencia, cuidada estética), pero pasada por un filtro que la hace accesible a
un elevado porcentaje del público. El problema de todo esto reside en que,
después de Drive, Refn siguió
haciendo sus cosas; películas muy suyas, y a la gente se le arrugó la nariz.
Ellos querían más Drive porque
pensaban que este director era siempre así, y la realidad es otra. La realidad
es que Drive es un pequeño oasis en
la filmografía del director. Un caramelo.
Por eso, cuando se estrenó Sólo Dios Perdona le dieron palos hasta
en la foto del carnet; el público masivo, el que había disfrutado con Drive, quería más de lo mismo… y Sólo Dios Perdona no es más de lo
mismo: es Nicolas Winding Refn en estado puro. Volvía a ser él, y la gente que
no conocía sus anteriores trabajos se llevó un decepcionante desengaño.
Ahora llega su nueva película, The Neon Demon, y auguro que con ella
ocurrirá exactamente lo mismo, pues su visionado resulta aún más duro y complejo
que el de Sólo Dios perdona.
The Neon Demon narra la historia de Jesse, una jovencísima chica
que huye a Los Ángeles con la intención de triunfar en el mundo de la moda.
Allí encontrará belleza y glamour, pero también envidia, enfermiza
competitividad y gente sin alma. La mayor maldición de Jesse es ser preciosa
por naturaleza, sin que ningún cirujano la haya modificado para ajustarse a los
cánones. Jesse irradia una luz con la que sus compañeras sólo aspiran a soñar,
y eso puede ser peligroso en un ambiente competitivo, frío y deshumanizado.
La película, una suerte de híbrido
entre Suspiria, de Darío Argento, Mulholland Drive, de David Lynch, y la literatura de Bret Easton Ellis, cimienta sus mayores armas en una estética
perfectamente diseñada, donde la luz, el color y el uso de la cámara en
combinación con la música cobran protagonismo absoluto. También posee una
fuerte carga onírica y simbólica, de modo que verla con la idea preconcebida de
estar ante un thriller de terror al uso con inicio, nudo y desenlace es un
error. The Neon Demon va más allá de
los convencionalismos, algo que desde luego no resulta nuevo en el cine de Winding
Refn, y no busca contar una historia que vaya del punto A al C pasando por el
B; en lugar de eso nos ofrece una trama no del todo lineal, difusa, donde las
sensaciones acaban siendo más importantes que lo narrado. No es de extrañar,
pues, que a pesar de tener un ritmo pausado y contemplativo, donde reinan los
grandes silencios, las hipnóticas dos horas de película atrapen al espectador
igual que a un conejo que sucumbe ante las luces del coche que se aproxima en
la oscuridad.
Y como no podía ser de otra
forma, bajo el glamour mostrado en The
Neon Demon subyace una crítica feroz hacia ese mundo superficial e
implacable, donde lo único que importa es poseer un físico impecable. El
demoledor momento en que un personaje afirma que con veintiún años ya estás
mayor para esos menesteres resume el espíritu de la película. De ahí que, entre
las palmeras, los atardeceres y los locales de moda de Los Ángeles, surjan
monstruos capaces de cualquier cosa por una dosis de belleza y juventud.
En el reparto destaca sobre todo
la protagonista, Elle Fanning. Su aspecto frágil y delicado ayuda a que nos
creamos su personaje, una chica desubicada, temerosa y fuera de lugar que poco
a poco irá mutando hacia una oscura dirección.
En resumen, The Neon Demon es una película impecable y no apta para todos los
públicos; si lo fuese no resultaría ni la mitad de interesante de lo que es.
Bebe muchísimo de Tomie de Junji Ito, casi es una adaptación no oficial. Ambas obras son la hostia.
ResponderEliminarVaya, qué curioso, es uno de los pocos mangas de Ito que no he leído :D Gracias por comentar!
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