lunes, 18 de julio de 2011

Un hombre lobo americano en Londres

John Landis, antes de ser alguien en el mundo del cine, fue ayudante en el rodaje de la estupenda Los violentos de Kelly. Durante dicho rodaje fue testigo de un extrañísimo entierro llevado a cabo por gitanos eslovacos, en el que dieron sepultura al difunto justo en el cruce de dos caminos (por eso de la forma en cruz), con el cuerpo lleno de rosarios y ajos, y enterrándolo en posición vertical. Este ritual se llevaba a cabo para evitar que el difunto se levantara de su tumba.
A John Landis, como es normal, esto le pareció, cuanto menos, curioso. ¡Lo que puede hacer la superstición! El hombre estaba a punto de pisar la luna por primera vez y aquellos gitanos se preocupaban por un zombie. Pero Landis pensó ¿y si el cadáver, realmente, volviera de entre los muertos? ¿cómo reaccionarían unos urbanitas ante un fenómeno tan insólito y paranormal como este? Estas preguntas son las que dieron origen a Un hombre lobo americano en Londres.
Es una película que, según el propio John Landis, es demasiado graciosa para dar miedo, y demasiado terrorífica para ser graciosa, pero a decir verdad, la película da más miedo que otra cosa, aunque tenga algunas pinceladas de humor. A pesar de esto, no se escatima en violencia, sangre y escenas perturbadoras, como la de los nazis demoníacos. Una película de terror muy atípica, en definitiva.


Además del estupendo maquillaje a cargo de Rick Baker, por el cual ganó un Oscar, Un hombre lobo americano en Londres tiene otras virtudes, tales como el innovador guión, que actualiza la clásica imagen del hombre lobo, dándole un cierto toque realista, o la conseguida ambientación, en especial en la tensa y terrorífica secuencia inicial en los páramos, al norte de Inglaterra, o la escena del metro.
El aspecto del monstruo creo que ha servido como fuente de inspiración para todas las películas de hombres lobo que se hicieron después de esta. Un ser que, más que un lobo, parece un enorme perro salido del infierno, ya que se quiso romper con la tradicional imagen del hombre lobo bípedo.
De todas maneras, Landis prefiere no enseñarnos al monstruo en todo su esplendor, de modo que constantemente lo vemos, o bien entre sombras, o bien sólo se nos muestra una parte de él. Esto no significa que sea necesario verlo más de lo que se ve, puesto que con esa sutilidad a la hora de enseñarlo se consigue crear mayor impresión en el espectador.


Hay un plano buenísimo desde la parte superior de unas escaleras eléctricas en el que vemos a un aterrorizado señor tratando de subirlas cuando, de repente, aparece el monstruo por una esquina. Al momento de asomar la cabeza, el plano se corta y no lo vemos más. Basta con esa breve aparición y con verle la cabeza a la criatura para saber que, sea lo que sea, es enorme y peligroso.
Imagino que no es necesario hablar de la mítica secuencia en la que el protagonista se transforma por primera vez en hombre lobo, ya que de esto se ha hablado largo y tendido en multitud de ocasiones, sólo añadir que Landis quería que el personaje sufriese y sintiera un dolor espantoso al transformarse, ya que eso supone el movimiento de todo el esqueleto, el estiramiento de la carne y otras lindezas que de ninguna manera resultarían indoloras en caso de ocurrir en la realidad. Si recordamos, por ejemplo, la versión del hombre lobo de 1941, dirigida por George Waggner y protagonizada por Lon Chaney Jr., el tipo se transforma sin sentir absolutamente nada, y era justo eso lo que John Landis quería evitar.

En el reparto no hay demasiadas caras conocidas, salvo la de Griffin Dunne, que años después protagonizaría la extraña y agobiante ¡jo, que noche! Y en la banda sonora los Creedence Clearwater Revival, con su tema Bad moon rising ¿qué más se puede pedir?

7 comentarios:

  1. A mí no me suele gustar la combinación de comedia tan "descarada", por decirlo de alguna manera, y terror y este caso no es una excepción. Reconozco que los efectos especiales en general son muy buenos, y en la escena en particular de la transformación son francamente memorables, pero salvo el comienzo y alguna escena más, me resultó decepcionante. Vamos, que el toque de comedia para mí la estropea. Me gusta más, por ejemplo, Aullidos, que también tiene sus toquecitos cómicos, pero de manera menos descarada y más irónica.

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  2. Como ya leíste el post que le dediqué no tengo mucha más que añadir a tu comentario. Eso sí, desde entonces la he visto en Blu-ray y me llevé una tremenda impresión. ¡Es mucho más gore de lo que parecía! El documental hecho por unos fans es fantástico. Uno de esos clásicos que, sin ofender, si no te gustan es que eres tonto.

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  3. A mi la peli nunca me hizo gracia, fijate. Salvo la escena de transformarción famosa...

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  4. Einer, desde mi punto de vista creo que esta película es bastante escasa de humor. Tiene sus detallitos, pero desarrolla más la parte terrorífica que la cómica.

    Raül, me parece que el documental que mencionas es el mismo que trae la edición especial en dvd. O al menos, esta edición trae un documental bastante detallado sobre todos los aspectos de la película.

    Cabrero, a mi en cambio la escena de la transformación tampoco me parece para tanto. Me impresionó más el maquillaje gore de Griffin Dunne.

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  5. Sí, lo he comprobado y es el mismo.

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  6. Aquella transformación quedará siempre en nuestra retina y el trabajo de Baker llamó tanto la atención a los miembros de la Academia que crearon la categoría de "Mejor maquillaje" desde ese momento. Buen blog el suyo.

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  7. Cierto, Pepe Cahiers! Olvidé mencionar ese detalle que tanto me sorprendió cuando lo supe.

    Y por cierto, bienvenido al blog. Espero seguir viéndote por aquí. Un saludo!

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