Villanos

No es que el lado oscuro me haya seducido, ni que me guste ir por ahí jodiendo al personal, pero siempre, absolutamente siempre, he sentido predilección por los villanos, ya sean de cine, cómics o novelas. Algunos me han parecido patéticos y por lo tanto he preferido al héroe de la función, pero en la inmensa mayoría de los casos me atrae más el antagonista. Su modus operandi, sus motivaciones, sus fechorías y su final son los elementos en los que me fijo siempre que conozco a un nuevo villano.

Por esta razón me gustan más las historias en las que el villano es el protagonista, quedando el héroe casi en segundo plano. Películas como El caballero oscuro, American Psycho, y cómics como Wanted son el ejemplo perfecto de lo que hablo.

Vamos ha hacer un pequeño repaso a los malos malísimos que más me han gustado y mayor carisma derrochan.

Patrick Bateman: su nombre es sinónimo de locura. Si buscamos en el diccionario la palabra “grillado”, posiblemente aparezca el nombre de este indeseable, fruto de la retorcida y satírica imaginación del escritor Brett Easton Ellis en la novela American Psycho, adaptada al cine años después.

Bateman representa los peor de los años ochenta; el vicio, los excesos, la frivolidad y el materialismo llevado a límites enfermizos, y por si eso no fuera poco, nuestro ejecutivo favorito disfruta matando, violando, mutilando y practicando el canibalismo y la necrofilia.

Anton Chigurh: El origen de este personaje nace en la novela No es pais para viejos, de Cormac McCarthy, que también fue adaptada al cine años después por los Hermanos Coen.

Chigurgh, a excepción de la apariencia física, no responde a las características de un ser humano, sino a las de una plaga bíblica. El tío va arrasando, matando a todo ser viviente por el simple hecho de cruzarse en su camino. Es algo así como la versión tejana de Terminator, pero aún con menos motivos para asesinar.

Es imposible razonar con él e intentar hacerle ver que está como una puta cabra, aunque dudo que, de entenderlo, le importase un bledo.

Coronel Hans Landa: Este personajillo protagonizó la última película de Quentin Tarantino, Malditos Bastardos. Digo protagonizó porque de todos los personajes era sin duda el más importante, carismático y gracioso, pese a lo cabrón que resultaba. Pero ¿cómo puede ser tan hijoputa un hombre culto, simpático, poliglota y risueño? Pues lo es.

Este hombre posiblemente sufriera algún tipo de trastorno bipolar y un gusto casi fetichista por jugar con su víctima antes de cepillársela, de la misma forma que un gato juega con un ratón antes de comérselo.

Hans Landa disfruta llevando la delantera de su rival y regodeándose de lo que él sabe y el otro no, de modo que, en otras palabras, le puede tomar el pelo como le da la gana antes de mandarlo fusilar.

El teniente: protagonista absoluto de la película Teniente corrupto, de Abel Ferrara, estrenada en 1992 y que para mí es una absoluta joya. 

Drogadicto, alcohólico, corrupto y abusón son los adjetivos que definen a este indeseable policía que ya no puede caer más bajo, y que, posiblemente, cuando llegue el día en que se arrepienta de todo lo que ha hecho será demasiado tarde.

El personaje en sí no es un villano propiamente dicho, más bien es un héroe podrido. Alguien que tiempo atrás debió ser el orgullo del cuerpo de policía, pero que los años y los vicios han convertido en un despojo humano sin escrúpulos.

El coche: De la película Asesino Invisible nos llega este curioso villano motorizado. Si, es un coche, pero un coche sin origen de procedencia que de un día para otro aparece en los alrededores de un pueblecito tejano y comienza a sembrar el terror matando a todo Dios. Lo más curioso quizá es que dentro no hay conductor alguno, por eso digo que el villano es el coche en sí mismo.

No se una película demasiado conocida, pero para que os hagáis una idea, se podría decir que es un cruce entre Tiburón, El diablo sobre ruedas y El exorcista. Ahí queda eso. 

De momento dejo aquí la lista, pero un día de estos en los que no se me ocurra sobre qué escribir añadiré unos cuantos cabroncetes más.