Quiero la cabeza de Alfredo García

A medio camino entre el western y la road movie,  Quiero la cabeza de Alfredo García se presenta como una de las películas más desconocidas del maestro Sam Peckinpah y, al mismo tiempo, una de sus obras más redondas y personales.

El argumento gira en torno a Benny (Warren Oates), un pianista y caza recompensas que emprende un peligroso viaje para encontrar a Alfredo García y entregar su cabeza, a cambio de la sustanciosa cantidad de dinero que un terrateniente mejicano ofrece por ella. 

El viaje de Benny se irá complicando cada vez más, llegando a afectarle psicológicamente y mezclándolo en una espiral de violencia y peligros.

Cuando Peckinpah decidió realizar esta película, tenía claro que sólo la haría si poseía el control total sobre ella, sin que ningún productor despiadado tratara de censurarla o recortarla, como tantas veces le había pasado en otras de sus películas, y es que Peckinpah solía ser el blanco de la censura por culpa de sus filmes violentos y sucios. 

Para conseguir su propósito era necesario rebajar costes, evitar contratar a actores famosos y tener un plan de rodaje rápido... bueno, y dejar de lado sus problemas con el alcohol, que por esa época empezaban a ser preocupantes.  

Las localizaciones se llegaron a elegir sobre la marcha, según iban viajando por Tijuana y Méjico, de ahí que la película tenga ese toque sucio y realista del cine de guerrilla.

Una vez acabada, la United Artist comprobó lo que estaban sospechando de primera hora: la película estaba cargada de violencia. El problema para ellos consistía en que en el contrato que había firmado Peckinpah constaba que él tenía el control total sobre el montaje de la película, por lo tanto, la United Artist tenía que conformarse con el resultado final. Eso si, se encargaron de censurarla en países como Argentina y Alemania, de ahí, en parte, que Quiero la cabeza de Alfredo García sea una joya un tanto desconocida.

Otro de los aspectos que convierten al filme en uno de los trabajos más personales de Peckinpah es el personaje de Benny, inspirado en el propio director, o las alusiones que se hacen a lo largo del metraje a su vida privada y los viajes que realizó por Méjico. Incluso se podría decir que ambos comparten el mismo espíritu rebelde que tantos quebraderos de cabeza les da. 

También es interesante mencionar que el hijo bastardo que tiene la hija del terrateniente en la película se llame David Samuel, que era el verdadero nombre de Sam Peckinpah. 

En el aspecto técnico la película es impecable, como suele ocurrir siempre en el cine de Peckinpah, además de estar cargada de violencia, misoginia (algo muy presente en los trabajos de este director) y un ambiente caluroso, polvoriento y extremadamente sucio. 

De modo que no me queda más remedio que recomendarla a viva voz a todos los amantes de las road movies, el western (aunque en este caso sea contemporáneo) y el cine de acción bien realizado.