Drive

Raro es el último estreno del que hablo en mí blog, y es que ha habido pocas películas en este recién terminado año 2011 que hayan valido la pena de verdad, o que al menos me hayan hecho sentir algo. La gran mayoría me ha dejado frío, lo admito, pero Drive sí que ha conseguido entusiasmarme.

La historia de Drive se centra principalmente en el personaje interpretado genialmente por Ryan Gosling, un tipo que resulta tierno y encantador, además de tremendamente misterioso. 

Lo único que sabemos a ciencia cierta sobre este personaje es que es un as al volante, porque todo lo demás está rodeado de misterio debido a que no se nos cuenta nada sobre su pasado, ni siquiera llegamos a saber su nombre. 

Sin embargo, tampoco hace falta ser muy listo para deducir a qué se dedicó este tipo en su pasado, ya que a lo largo de la película le vemos defenderse de forma letal en varias ocasiones, como un verdadero profesional. 

Un antihéroe puro y duro como hacía tiempo que no se veía en el cine, lleno de características y detalles constantes como el palillo en la boca, su parquedad en palabras o esa chaqueta con el escorpión en la espalda (diseñada con ayuda del propio Gosling, por cierto) que le proporcionan un carisma envidiable.

El director, Nicolas Winding Refn, impregna todo el filme de un aire retro, a medio camino entre el cine duro y seco de los 70, y el colorido pop de los 80, apoyándose en un guión contundente y sencillo, perfectamente atado de principio a fin. Este guión se basa en la novela homónima de James Sallis, que, al contrario de lo que suele ocurrir, resulta muy inferior a la película resultante.

Uno de esos guiones imposibles de clasificar en un único género, porque aquí tenemos desde cine negro, suspense, romance y acción, hasta drama y algunos sutiles detalles que parecen sacados de una película de terror.

La banda sonora es otro de los elementos que dan personalidad y fuerza a Drive, compuesta por temas de sonidos electrónicos compuestos por Cliff Martínez, y canciones de corte ochentero de la mano de grupos como College o Kavinsky, que sumergen al espectador en el ambiente hipnótico de la película.

Otro de los aspectos que han dado mucho que hablar tiene que ver con la violencia presente a lo largo de la película, dosificada en pequeñas pero impactantes secuencias que contrastan con la poética belleza de la primera mitad, centrada en la historia de amor entre el protagonista y su vecina. 

Drive también ha sido acusada de resultar excesivamente lenta, pero no estoy para nada de acuerdo. Es cierto que su ritmo es pausado y nada frenético, pero esto me parece fundamental en una película de este tipo, pues Winding Refn ha hecho un gran trabajo de dirección, lleno de detalles sutiles y bellísimos encuadres que con un ritmo excesivo no se apreciarían como merecen. Y es que Drive es una película pensada para disfrutarse como el buen vino; despacito, a pequeños sorbos y saboreando cada trago. 

Y para terminar, mencionar al resto de actores que aparecen en Drive haciendo un trabajo tan bueno como el de Ryan Gosling. Rostros conocidos como el de Bryan Cranston, Albert Brooks y Ron Perlman, y otros no tan conocidos, pero nada menospreciables, como el de Oscar Isaac o Carey Mulligan.