Watchmen

Watchmen es el ejemplo perfecto de que una película de superhéroes puede ser tan seria como un drama de época o la película de guerra más cruel y sangrienta. Pero cuando esto pasa, tenemos la garantía casi segura de que dicha película será un fracaso en taquilla. 

Porque no nos engañemos, aunque el público ponga a parir los típicos productos comerciales mil veces vistos y llenos de tópicos, cuando estrenan algo que se sale de lo normal no va a verlo ni Dios. ¿En qué quedamos entonces? En fin, así es el público estándar.

Como todos sabremos a estas alturas, Watchmen se basa en la novela gráfica homónima de Alan Moore. Y bueno, algunas personas (fanboys odiosos en su mayoría) consideran que Watchmen es una adaptación mala, pero hacedme caso, esta gente son  fans puritanos/insoportables/pedantes que viven por y para sacar defectos a las adaptaciones cinematográficas de sus amadísimos cómics. 

El elegido para llevar a cabo la difícil adaptación fue Zack Snyder, quien se permite el lujo de tomarse algunas licencias que, lejos de arruinar la historia, la mejoran y la hacen más digerible. Me refiero al final, claro, pero esa es mi opinión.

Como he dicho antes, no estamos ante una película de superhéroes al uso, ya que funciona más como un film político que, en vez de adentrarse en las andanzas aventureras de sus protagonistas, se centra especialmente en la vida privada de ellos desde un punto de vista más o menos realista, tocando temas como la guerra, la tensión política y los trapos sucios de algunos personajes. 

Snyder dotó a la película de mucha más acción (y sangre) que el cómic original (otra de las licencias tomadas), pero esto no anula el factor crítico y la tensión apocalíptica que se respira de principio a fin, algo fundamental para que el verdadero espíritu pesimista, casi profético, de Watchmen quedara intacto.

Otra cosa que me llamó la atención desde la primera vez que leí el cómic fue la equivalencia entre los protagonistas principales de Watchmen con los superhéroes más famosos del mundo de la viñeta, siendo algunos de ellos claros homenajes a Batman, Superman o El castigador.

Visualmente es, como siempre ocurre con las películas de Zack Snyder, espectacular y recargada, llamativa y colorida. 

Parte de este barroquismo visual se debe al uso del croma, como ya pasó en 300, pero no debemos ignorar el magnífico trabajo artesanal a la hora de confeccionar los trajes y trasladar los diseños más infantiles del cómic a la pantalla sin perder la esencia.

Otro apartado al que siempre le doy mucha importancia es la banda sonora, y en esta película se lucen. No me refiero a la música orquestada,  que tampoco está mal, sino a la lista de canciones que van sonando a lo largo del metraje (canciones de Janis Joplin, Bob Dylan, Simon and Garfunkel, Kc and the sunshine Band o Jimmy Hendrix, entre otros), y que casan perfectamente con las secuencias que se van sucediendo.
Y hablando de secuencias y música, es imposible no mencionar los magníficos y nostálgicos títulos de crédito que abren la película.