Insidious

Si hay un subgénero del cine de terror que no me gusta es el de fantasmas y casas encantadas. Hay excepciones, claro, pero en general estas películas ni me dan miedo ni me parecen interesantes, ya que cuando se trata de fantasmas me gusta que el tema se enfoque de forma "realista", sin alardes ni espectacularidad. 

Pero jamás habría pensado que una película de fantasmas que incluye todo aquello que no me gusta, se terminaría convirtiendo en una de mis películas favoritas del pasado año, y lo más difícil de todo: formar parte de esa corta lista de películas de terror actuales que se salvan de la quema. 

James Wan (Saw) es el director de Insidous, y siguiendo las tendencias actuales homenajea al cine de terror de décadas pasadas, desde El exorcista y El resplandor hasta Poltergeist, aunque dicho homenaje pasa bastante desapercibido, pues en ningún momento se respira ese aire retro tan palpable en otras producciones como, por ejemplo, Super 8. 

Otro de los elementos que detesto en el cine de terror son los típicos golpes de efecto en los que, en momentos de tensión, suben el volumen para que el espectador de un repullo en el asiento. Eso, señores, no es asustar; se llama acto reflejo, y provocarlo no tiene mérito. 

Según lo que he dicho hasta el momento, cualquiera diría que Insidious no me gustó, pero nada más lejos de la realidad. Ya de entrada, el traíler, que repetía constantemente el título de la película, me dejó con cara de ¿esto qué coño es? Y ahí es dónde me empecé a interesar por la película, y al mismo tiempo a temer que fuese un truño, porque cuando un traíler me gusta mucho, luego tengo más posibilidades de acabar decepcionado.

Pese a tener tantos elementos que detesto, James Wan los mezcla y adereza de una forma tan recargada y grotesca (esa médium con máscara antigás) que no pude hacer otra cosa salvo dejarme llevar y rendirme a los pies de esta película de fantasmas tan extravagante y, por qué no decirlo, terrorífica. O al menos a mí me puso los pelos de punta en varias ocasiones. 

Los créditos iniciales ya nos dejan entrever el extraño y deprimente ambiente en el que se va a desarrollar la película, y es que tanto la banda sonora como esa fotografía descolorida dotan a Insidious de una tristeza y aires pesadillescos que tanto me gustan, y que compensan con creces los tópicos de la que está llena.

Los giros de guión también engrandecen esta pequeña joyita del cine de terror actual. Primero creemos que se trata de una casa encantada, luego que el niño está poseído, y al final resulta que ni una cosa ni otra, que el origen de los fenómenos extraños es mucho más rebuscado y absurdo, aunque eso no significa que no sea inquietante, en especial el aspecto perturbador que da James Wan al más allá y, en general, a toda película.

Resumiendo, Insidious es una típica película de fantasmas que a su vez no lo es, con un estilo tan recargado y estrambótico que, en vez de echar a perder el resultado final, lo eleva a nuevos niveles de genialidad.