Carne Viva

Los protagonistas de Carne Viva son Lee Marvin, Sissy Spacek y Gene Hackman ¿Es necesario aportar más datos para recomendar esta joya setentera? No, pero como la entrada quedaría muy sosa si sólo digo esto, me extenderé algo mas. 

Carne Viva es una de esas película cuyo comienzo da miedo al espectador que la ve por primera vez, ya que es un inicio tan contundente, siniestro y grotesco que uno piensa que todo lo que vendrá después estará por debajo de esos primeros minutos. Que la película perderá fuerza, vamos.

Nada más lejos de la realidad. El matón convertido en salchichas da paso a todo un desfile de grandes momentos dignos del mejor thriller criminal de los 70, pero aderezado con unas gotas de ese cine de rednecks asilvestrados que tanto me gusta (véase Deliverance o La Presa). 

En Carne Viva confluyen dos subgéneros maravillosos: el cine negro y las películas de urbanitas contra catetos locos, de modo que estamos ante uno de los trhillers más atípicos y espectaculares que he visto nunca.

La trama gira en torno a un matón (Lee Marvin) que es enviado por su jefe a un pueblucho de Kansas para recuperar el dinero que otro gángster (Gene Hackman) debe. Como es de esperar, las cosas no son tan fáciles como parecen, y nuestro protagonista se las tendrá que ver con carniceros chiflados, paletos armados, cosechadoras asesinas (un claro homenaje chusco a la escena de la avioneta de Con la muerte en los talones), y en mitad de todo esto, una red de prostitución muy jodida que trata y vende a las chicas como si fuesen carne de ternera. Pero además de estas excentricidades, también encontramos los clásicos elementos del cine negro: el maletín lleno de armas, las frases lapidarias, el tipo duro que no se deja ablandar por una mujer, los tiroteos... 

También hay muchos elementos típicos del western, como el ambiente en el que se desarrolla la película, o el propio villano, que recuerda a uno de esos terratenientes cabrones del salvaje oeste. 

Un momento especialmente bueno es cuando el protagonista y sus compinches van en coche dispuestos a enfrentarse al enemigo en un duelo final, con una gran tormenta en el horizonte y la música de Lalo Schifrin sonando de fondo, lo que le da a la escena un extraño aire épico que engrandece aún más este film.

Otra virtud de esta película es su ritmo imparable, que no decae en ningún momento, y que como he dicho antes, consigue mantener el interés incluso después de un inicio tan llamativo.

Resumiendo; si no la habéis visto, poneos a ello, porque esta es una de esas joyas semidesconocidas que hay que reivindicar.