domingo, 2 de agosto de 2015

Ant-Man



Yo sé, y vosotros sabéis, que cuando se empieza a marear mucho la perdiz durante la realización de una película suele ser señal de que las cosas no van bien y de que, por tanto, el resultado va a ser un truño. Ant-Man llevaba fraguándose desde hace un buen puñado de años, siendo Edgar Wright el encargado de llevar a cabo el proyecto. Los problemas empezaron cuando Wright abandonó el barco debido a ciertos desacuerdos creativos, y a partir de ahí comenzó a surgir un aluvión de posibles directores encargados de sustituir el vacío dejado por el director de, entre otras, Hot Fuzz. También hubo que arreglar el guión de Wright para que la película, que en un principio iba a ser completamente independiente, encajase en el universo cinematográfico de Marvel. En fin, problemillas que muchos auguraron que echarían a perder la película entera, y en parte yo también lo creí, porque pasar de un director como Edgar Writght a uno completamente desconocido es, cuanto menos, deprimente. 
Pese a todo no fui al cine esperando encontrarme un bodrio infumable, sino algo más bien insípido que no me disgustase (a secas), sin embargo me alegra mucho poder decir que salí del cine verdaderamente encantado con Ant-Man. Mucho más de lo que esperaba. 

He de reconocer que no estoy familiarizado con el personaje, y que más allá de haberlo visto pululando por ahí en algún que otro tebeo mi experiencia con él es muy profana, de modo que no puedo afirmar si es o no fiel al cómic, pero ya sabéis que a mí eso me importa poco, porque cuando voy a ver una película la juzgo como tal, no como adaptación. Que sí, puede ser mejor o peor adaptación, pero a mí lo que me importa es que sea una buena película. Eso es lo que de verdad cuenta. 

Ant-Man es una película en la que funciona prácticamente todo, empezando por un reparto encabezado por Michael Douglas (impresionante cómo lo han rejuvenecido en la escena inicial) y Paul Rudd, un actor que desde siempre me ha caído bien. Los amiguetes del personaje interpretado por Rudd también están geniales, dándole a la película un toque de humor extra, y no es que Ant-Man ande escasa de humor precisamente, porque ya desde los carteles promocionales se olía a cachondeo. Este es un punto que pondrá los pelos de punta a algunos, pero yo lo agradezco. El humor Marvel, por muy tontorrón que sea, siempre me saca una sonrisa. 

El guión no es especialmente original, y de hecho el planteamiento parece un híbrido entre Iron Man y Ocean´s Eleven, pero termina siendo efectivo. Además el toque de Edgar Wright está ahí y por momentos asoma la cabeza, lo cual siempre es bueno. Al final lo que importa es que la película sea divertida, y en este caso lo es de sobra. 
El director, Peyton Reed, no posee ni el carisma ni la marca personal de Wright, pero se desenvuelve muy bien con las escenas de acción en general, aunque cuando más se luce es cada vez que el protagonista reduce su tamaño y, en cierta forma, accede a un mundo ajeno a nosotros, la gente de tamaño normal. En ese sentido es una maravilla visual, y prueba de ello son la secuencia en la que el protagonista usa el traje por primera vez, la batalla en el tren de juguete o la psicodélica escena de la reducción descontrolada. 

Puede que Ant-Man no tenga el empaque Los Vengadores: la era de Ultrón, y puede que tampoco sea tan espectacular... ¡pero es que tampoco lo necesita! Ant-Man es épica y espectacular a su manera, a una escala más reducida (nunca mejor dicho) pero igualmente efectiva. 
Es una película que funciona, que transmite buen rollo, que resulta simpática y que, ante todo, es divertida a rabiar. 

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