miércoles, 25 de mayo de 2016

Toro



Toro, la nueva película de Kike Maíllo, es la historia de un delincuente que busca dejar atrás su vida como mafioso. Pero como era de esperar, no lo tendrá nada fácil.
De primera hora no puede decirse que la película sea especialmente novedosa ni que cuente algo que no hayamos visto en multitud de ocasiones, pero esa no es razón para ignorar sus muchas virtudes.
Para empezar tenemos un reparto de lujo encabezado por Mario Casas, José Sacristán y Luís Tosar. Casas no es el mejor actor del mundo, estamos de acuerdo, pero desde luego no es un mal actor. Podría decirse que cuando más creíble resulta es a la hora de dar vida a tipos duros, como ya hizo en Carne de Neón o Grupo 7. Ahí, en ese tipo de personajes, me parece que está fenomenal y que es el camino hacia donde debería dirigir su carrera. Pero en Toro ocurre que Casas está flanqueado por dos pesos pesados como lo son Sacristán y Tosar, y como es obvio ante semejantes monstruos de la interpretación es imposible no sentir que el trabajo del joven actor queda algo eclipsado.

En el aspecto técnico estamos frente a una película sobresaliente y muy potente. Un thriller criminal que poco o nada tiene que envidiar a los que cada año nos llegan desde EEUU y otros rincones de Europa. Una película con reminiscencias al cine de Nicolas Winding Refn (esos neones, esa iluminación, esa violencia), al western y al cómic, pues hay personajes, como el antagonista principal y su matón, que parecen sacados de un tebeo. El villano, Rafael Romano, interpretado por Sacristán, es un personaje curioso y que sirve para resumir el tono de la película; por un lado puede llegar a ser creíble (imagino que la costa del sol está plagada de ricachones así), pero al mismo tiempo lo han dotado de ciertas características (ese cuchillo retráctil oculto en la manga, por ejemplo) que nos recuerdan que estamos en una película de ficción, y que aunque el escenario donde se desarrolla es real, palpable y familiar (algo que ayuda a sumergirse en la película), los personajes, situaciones y escenas de acción (muy buenas, por cierto) son puro cine. Un contraste muy interesante.

En cuanto a las localizaciones, las más vistosas son las que se sitúan en la costa del sol, lo cual no creo que sea casualidad. Maíllo ha querido hacer una película de mafiosos al estilo americano y más concretamente en la línea de Drive, pero esto no son los EEUU ni tampoco había presupuesto para trasladar el rodaje a Miami, ¿y qué tenemos en España que se parezca en cierta medida a ese lugar? Pues sí, la costa del sol, con sus playas, sus paseos marítimos, sus palmeras y sus atardeceres.

El resultado final es un thriller de impecable factura técnica, hipnótico y que, pese a tener una carcasa de estilo americano, su ADN es puramente español, tanto que Toro perdería casi toda la esencia si se hiciese fuera de nuestro país. 

2 comentarios:

  1. A mí me gustó bastante cuando la vi. Tosar como perdedor y timador está fantástico, en un registro diferente del habitual tipo duro. Casas tamb me gustó y eso que normalmente no me apasiona demasiado. Sacristán genial para hacer creíble un villano que, como dices, es de tebeo. Me gustaron en particular la secuencia de la persecución y la odisea final para llegar al piso del malo maloso.

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    1. Por el lugar donde se rodó la persecución paso yo cada dos por tres :D Y la escena inicial en la iglesia está directamente rodada al lado de mi casa. De hecho, ese día estuve husmeando por allí hasta que vi a Tosar.

      Una secuencia que me flipó fue esa en la que Sacristán va a ver a la vidente y se la carga por chivata. Por alguna razón me recordó un montón a Leone.
      Joder, ¿y la Virgen con los ojos de la novia de Toro? Qué cosita más perturbadora...

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