Toro, la nueva película de Kike Maíllo, es la historia de un
delincuente que busca dejar atrás su vida como mafioso. Pero como era de
esperar, no lo tendrá nada fácil.
De primera hora no puede decirse
que la película sea especialmente novedosa ni que cuente algo que no hayamos
visto en multitud de ocasiones, pero esa no es razón para ignorar sus muchas
virtudes.
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En el aspecto técnico estamos
frente a una película sobresaliente y muy potente. Un thriller criminal que
poco o nada tiene que envidiar a los que cada año nos llegan desde EEUU y otros
rincones de Europa. Una película con reminiscencias al cine de Nicolas Winding
Refn (esos neones, esa iluminación, esa violencia), al western y al cómic, pues
hay personajes, como el antagonista principal y su matón, que parecen sacados
de un tebeo. El villano, Rafael Romano, interpretado por Sacristán, es un
personaje curioso y que sirve para resumir el tono de la película; por un lado
puede llegar a ser creíble (imagino que la costa del sol está plagada de
ricachones así), pero al mismo tiempo lo han dotado de ciertas características
(ese cuchillo retráctil oculto en la manga, por ejemplo) que nos recuerdan que
estamos en una película de ficción, y que aunque el escenario donde se
desarrolla es real, palpable y familiar (algo que ayuda a sumergirse en la película), los personajes, situaciones y escenas
de acción (muy buenas, por cierto) son puro cine. Un contraste muy interesante.
En cuanto a las localizaciones,
las más vistosas son las que se sitúan en la costa del sol, lo cual no creo que
sea casualidad. Maíllo ha querido hacer una película de mafiosos al estilo
americano y más concretamente en la línea de Drive, pero esto no son los EEUU ni tampoco había presupuesto para
trasladar el rodaje a Miami, ¿y qué tenemos en España que se parezca en cierta
medida a ese lugar? Pues sí, la costa del sol, con sus playas, sus paseos
marítimos, sus palmeras y sus atardeceres.
El resultado final es un thriller
de impecable factura técnica, hipnótico y que, pese a tener una carcasa de
estilo americano, su ADN es puramente español, tanto que Toro perdería casi toda la esencia si se hiciese fuera de nuestro
país.
A mí me gustó bastante cuando la vi. Tosar como perdedor y timador está fantástico, en un registro diferente del habitual tipo duro. Casas tamb me gustó y eso que normalmente no me apasiona demasiado. Sacristán genial para hacer creíble un villano que, como dices, es de tebeo. Me gustaron en particular la secuencia de la persecución y la odisea final para llegar al piso del malo maloso.
ResponderEliminarPor el lugar donde se rodó la persecución paso yo cada dos por tres :D Y la escena inicial en la iglesia está directamente rodada al lado de mi casa. De hecho, ese día estuve husmeando por allí hasta que vi a Tosar.
EliminarUna secuencia que me flipó fue esa en la que Sacristán va a ver a la vidente y se la carga por chivata. Por alguna razón me recordó un montón a Leone.
Joder, ¿y la Virgen con los ojos de la novia de Toro? Qué cosita más perturbadora...