Cuando vi por primera vez el
trailer de Anomalisa me chocó que la
película estuviese realizada con animación stop-motion. A fin de cuentas los
protagonistas son seres humanos de aspecto totalmente humano, entonces, ¿por
qué no usar actores y ya está? Pero la película está dirigida y escrita por
Charlie Kaufman, que es uno de los mejores guionistas del mundo, así que intuí
que el hacer Anomalisa con animación
atendía más a un recurso narrativo o una pieza clave en la trama que a un
simple y superficial capricho estético.
No me equivoqué. A los quince
minutos de película entiendes todo lo que hay que entender, pero no puedo decir
demasiado para evitar arruinar la magia de esta cinta.
Lo que sí puedo decir es que el trabajo de animación
con el que se ha hecho Anomalisa es
sencillamente brutal. No sólo la animación en sí, sino el diseño de las
marionetas, su forma de gesticular y moverse… Todo. De hecho, hay una escena de
sexo que termina resultando más realista y humana que la mayoría de las que
vemos en el cine convencional. Y las características de dicha secuencia se
pueden aplicar a toda la película, ya que el eje que mueve los engranajes de
la, en apariencia, sencilla trama de Anomalisa
está relacionado con la naturaleza y sentimientos humanos. Nuestros defectos,
nuestras neuras, nuestras inquietudes, nuestras inseguridades… Anomalisa habla con rotundidad y
energía sobre el ser humano, en especial sobre aquellos individuos que deciden
alejarse de las masas grises y aborregadas y emprender un camino vital único
pero posiblemente solitario y triste. Y de eso, ni más ni menos, trata esta
película cuya capacidad para provocar indiferencia es nula.
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