El bosque de Aokigahara, situado a los pies del monte Fuji, en Japón, es el lugar
que muchos suicidas eligen cada año para quitarse la vida. Se desconocen los
motivos, aunque hay quien especula con la tranquilidad y belleza del lugar o
con algún tipo de influjo desconocido como las razones por las cuales este
bosque posee tan triste y macabra fama.
Tratándose
de un lugar tan espiritual como Japón, no podían faltar las historias de
fantasmas y maldiciones relacionadas con el lugar, y no entiendo cómo han tardado
tanto en hacer una película sobre este asunto.
¿El
problema? Que la han hecho los americanos.
El
argumento es muy sencillo. La protagonista (Natalie Dormer) descubre que su
hermana gemela se ha adentrado en el bosque y lleva días sin dar señales de
vida, así que ni corta ni perezosa toma un vuelo a Japón con la intención de
adentrarse en el lugar y dar con ella.
El
problema está en que en occidente no tenemos la sensibilidad que existe en
oriente para abordar estas historias. Aquí solemos abarcar el tema de forma
superficial e idiota, colando sustos baratos y sin gracia como en toda cinta de
terror comercial que se precie. En el cine oriental esto no ocurre (o no suele
ocurrir. Habrá excepciones, supongo) porque se toman el tema más en serio, y aunque
al final la película resulte fallida, podemos tener por seguro que la parte
relacionada con los espíritus habrá sido tratada como se merece, y de paso nos
habrán puesto los pelos de punta.
El bosque de los suicidios empieza más o menos bien, con un escenario escalofriante, una
fotografía decente y una ambientación más que digna, pero poco a poco se le
empiezan a ver las costuras por culpa de los típicos sustos con subida de
volumen, y es ahí cuando descubrimos que todo ha sido un espejismo. Estamos ante
otra película estándar de terror comercial, hecha sin imaginación ni talento y
dando preferencia total al dinero en vez de al valor artístico.
Y si
durante el metraje vamos viendo cositas que huelen mal, una vez llegados al
minuto cincuenta aproximadamente la película es ya todo un desastre insalvable
que desperdicia de la forma más descarada posible una idea tan buena y un
escenario con tanto juego como lo es el bosque de Aokigahara.
Esperemos
que dentro de un tiempo los japoneses hagan la película que este lugar merece,
y si la vuelven a realizar en los Estados Unidos recemos para que el proyecto
caiga en manos de un autor con talento y no en las de un asalariado.
En fin,
no puedo decir que sea una película aburrida, pero sí una película entretenida
que no me apetece volver a ver jamás. Mal asunto entonces, ¿no?
Ni siquiera filmaron en el bosque japonés. Desperdicio total.
ResponderEliminarSe lucieron XD
EliminarMalas vibraciones, tío...
ResponderEliminarA mí me las daba antes de verla... Luego la vi y las confirmé.
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