Desde que se estrenó la maravillosa Drive, de Nicolas Winding Refn, he leído en multitud de reseñas y comentarios que una de sus mayores influencias fue The Driver, de Walter Hill. No había visto dicha película, hasta que el otro día, echando un vistazo en la sección de cine de El Corte Inglés, descubrí que estaba editada en dvd, así que sin pensármelo me hice con ella, a ver qué había ahí.
Lo primero que me llamó la atención es que el concepto de conductor silencioso, guaperas, eficaz y con un código de honor a prueba de balas es calcado (algo que, a su vez, The Drive toma prestado del film El silencio de un hombre), sin mencionar que, por supuesto, los dos conductores de ambas películas se dedican a lo mismo: hacer de chófer para criminales.
Tanto Drive como The Driver comienzan de forma idéntica; con una tensa persecución policial ejecutada de forma clónica, aunque en Drive todo resulta más estilizado y elegante, porque la de The Driver está llena de porrazos y coches saltando por los aires, pero en esencia son exactamente iguales.
El resto de The Driver poco o nada tiene que ver con la película de Refn, ya que tira por caminos más cercanos al thriller policíaco puro y duro, mientras que Drive es un thriller criminal, en el que todos los personajes importantes se mantienen al margen de la ley. Lo que convierte a The Driver en una película policíaca es el hecho de que el otro protagonista sea un agente de la ley, interpretado por el gran Bruce Dern, que luce palmito junto a Ryan O´Neal y la guapísima Isabelle Adjani. No hace falta ser muy listo para saber que la historia termina convirtiéndose en un juego del gato y el ratón, en el que el policía hará todo lo necesario (incluso pasarse la ley por el forro) con tal de cazar a su Moby Dick: el conductor.
Habréis notado que me refiero a los personajes por su trabajo y no por su nombre. Eso es porque en ningún momento se nos dice cómo se llaman, y tanto es así que tampoco se nos da el nombre de la ciudad en la que transcurre la historia, lo cual hace que la película transcurra en un microcosmos urbano infinito. Un bosque de calles, farolas, neones y edificios que no sabemos dónde está ubicado ni cuál es su extensión.
Y aunque esto que voy a decir suene a rancio, The Driver es un verdadero western urbano en el que se sustituye al forajido por un peligroso conductor, al sheriff por un detective de policía (algo cabrón, a veces) y a los caballos por coches. He visto muchas películas que se hacen llamar westerns urbanos, pero The Driver es una de las que más merece ese calificativo.
No es una película perfecta, básicamente porque creo que Walter Hill no era el más indicado para dirigirla, y es que mientras la veía no podía dejar de pensar en la idea de que la hubiera dirigido el John Frankenheimer de French Connection 2. Pero en cualquier caso, se trata de una gran película que satisfará a los seguidores del thriller setentero, salpicado en este caso por unas espectaculares persecuciones automovilísticas de las que quitan el hipo.
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