viernes, 24 de febrero de 2017

Múltiple


Hace un par de años, M. Night Shyamalan estrenó La Visita, una película con la que parecía volver a recuperarse tras una racha de trabajos mediocres.
Pero aunque La Visita fuera un verdadero síntoma de mejora, seguía sin ser una película a la altura de este director, quien tiempo atrás nos sorprendió con grandes títulos como El sexto sentido, El Protegido o Señales.
Pero ahora ha llegado Múltiple, y esta vez sí puedo decir con seguridad que el mejor Shyamalan, el de los buenos tiempos, ha vuelto.

La historia en sí es de las que atrapan desde el primer momento. Como viene siendo habitual en este director, se nos van planteando incógnitas a lo largo del metraje que poco a poco van siendo desveladas, en ocasiones de forma inesperada. Múltiple tiene la capacidad, no sólo de enganchar, sino de sorprender.
El tema de la personalidad múltiple está planteado de una forma tan espectacular como creíble y verosímil, incluso cuando entra en terrenos que rozan la ciencia ficción. Llega un momento en la película en que presenciamos un hecho imposible, pero Shyamalan ha ido consiguiendo poco a poco que nos lo creamos sin rechistar.


Uno de los puntos más interesantes de la trama reside en el juego mental que establecen las chicas secuestradas con su captor, ya que él es enemigo y cómplice al mismo tiempo. Todo depende de la personalidad dominante en ese momento.
No hace falta decir que el trabajo de James McAvoy es sobresaliente y el que más destaca en la película a pesar de que Anya Taylor-Joy también lo hace fenomenal. Pero lo de McAvoy está a otro nivel. Es impresionante ver cómo cambia de registro según la personalidad que se haya adueñado de él, ya sea un niño de nueve años, una señora de corte conservador, un diseñador de ropa homosexual o un tipo calculador, maniático y perfeccionista. Y luego está La Bestia, su personalidad más peligrosa y letal, capaz de alterar no sólo la mente del villano, sino también su físico.
En la película no conocemos a todas sus personalidades, pero sí a las que más juego dan.


Entre medias, Shyamalan se las apaña para introducir una subtrama sobre maltrato infantil y pederastia. Este elemento, sin demasiada importancia en un principio, acaba siendo decisivo. No es la primera vez que este director juega a mostrar elementos aparentemente intrascendentes que en el desenlace resultan de vital importancia (los vasos de agua en Señales, por ejemplo).

Así que, como thriller de secuestros con tintes psicológicos es una película impecable en la que todo funciona como debe.
Pero luego llega la escena postcréditos… y tenemos que entrar en terreno de SPOILERS, así que cuidado con seguir leyendo a partir de aquí porque lo destripo todo.

Si hasta este punto Múltiple nos ha parecido una película genial, lo que viene después nos hará saltar de alegría, especialmente (o en exclusiva, mejor dicho) a los que somos fans de este director y, sobre todo, fans de uno de sus mejores trabajos: El Protegido.
En la escena postcréditos se nos desvela que todo lo que hemos visto transcurre en el mismo universo que dicha película. Shyamalan se ha guardado este sorprendente y demoledor as en la manga hasta el último momento, y entonces, cuando bajamos las defensas y pensamos que la función ha terminado, el tío se saca la chorra como pocas veces lo ha hecho un director de cine.

La cuestión es que ahí tenemos a Bruce Willis otra vez dando vida a David Dunn, el protagonista de El Protegido, ese superhéroe tan especial y verosímil.
En el televisor de una cafetería, las noticias hablan del extraño secuestro y de su autor, a quien han apodado La Horda a raíz de conocerse su extremo trastorno de personalidad múltiple.
Tres mujeres comentan que el caso les recuerda a algo que ocurrió años atrás… Algo relacionado con un loco en silla de ruedas de cuyo nombre no se acuerdan. Entonces Bruce Willis hace acto de presencia y les refresca la memoria: DON CRISTAL.
Si no habéis visto El Protegido, todo esto os sonará a chino y os importará un rábano, pero los fans de esa película hemos salido del cine trastocados de alegría.

Es un broche de oro para una película redonda, y al mismo tiempo una arriesgada decisión por parte del director. Recordemos que El Protegido tiene ya diecisiete años a sus espaldas, y para colmo no es una película excesivamente conocida por el gran público, así que meter una referencia tan brutal puede ser un arma de doble filo, pues la gran mayoría no entenderá esa escena final clave. De hecho, he leído teorías absurdas fruto de la confusión, como que Bruce Willis es McAvoy de mayor, que aún sigue suelto. Imaginad.

No perdáis el tiempo e id a verla. 

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