No voy a entrar en la cantinela
de siempre sobre si la primera película es insuperable y tal y tal. Ya sabemos
que Blade Runner, adaptación de la
novela ¿Sueñan los androides con ovejas
eléctricas?, de Philip K. Dick,
no sólo es buena, sino una obra maestra que repercutió en todo el cine de
ciencia ficción que vino después, pero de ahí a dar por sentado que no se puede
hacer una secuela digna que se le acerque o la iguale, pues no, no estoy de
acuerdo. Lo digo porque cada vez que se “toca” un clásico infinito, no faltan
los ataques de histeria por parte de los cinéfilos más conservadores o
directamente carcas, que se echan las manos a la cabeza antes de ver la
película (antes de que se haya rodado, a decir verdad). Huyo de esa mentalidad.
Y dicho esto, no sé cómo alguien
podía dudar de esta secuela. Primero porque la dirige uno de los directores más
potentes de la actualidad, Denis Villeneuve; y segundo porque la protagoniza,
además de Harrison Ford y Ana de Armas (que está genial), Ryan Gosling, alguien
perfecto para el papel de agente frío, calculador y callado. Podría decirse que
repite la metodología que usó en la estupenda Drive.
Y añadiría una tercera razón por
la que saber que Blade Runner 2049
iba a ser buena estaba cantado: repite Hampton Fancher, guionista de la
original.
Blade Runner 2049 dura cerca de tres horas, pero son tres horas de
espectáculo visual y argumental que no aburren en ningún momento. Es lenta,
claro que sí, como debe ser, como lo era la primera Blade Runner, pero tanto en la forma como en el fondo resulta
hipnótica, apabullante, bellísima, elegante. Cada imagen y cada diálogo rezuman
buen gusto y estilo.
Pero aunque Blade Runner 2049 sea una película de estética impresionante, no se
limita a mostrar escenarios que quitan el hipo, sino que se asegura de contar
una buena historia sobre dilemas, filosofía y la sombra de la naturaleza
humana. Todo lo que debe contener la ciencia ficción de calidad y con
sustancia, en definitiva.
La película recurre al fanservice
lo justo y necesario, optando por contar algo diferente a lo visto en la
original. Blade Runner 2049
complementa a su predecesora pero, al mismo tiempo, se asegura de poseer
entidad propia y hablar de temas diferentes. No es un refrito, para que nos
entendamos.
Por suerte para los que no
queríamos un simple blockbuster de acción complaciente con las aburridas y
facilonas preferencias del espectador medio, quien se pierde y aburre en cuanto
una película supera los convencionalismos narrativos y argumentales a los que
está acostumbrado, Blade Runner 2049
no busca ser amiga de ese tipo de público. Sus escenas de acción son tan
impactantes como escasas, y el sonido de los disparos y puñetazos se clava en
los tímpanos. Pero la historia prevalece por encima del efectismo, y eso que la
película va hasta arriba de efectos especiales y planos que pretenden causar
impacto. Es un film que aburrirá al espectador casual, y eso, en este caso, es
bueno.
Dicho de otra forma, resulta
sorprendente que una película tan cara no esté interesada en llegar al público
masivo, sino a su público.
Dejando a un lado la nostalgia,
el postureo y el conservadurismo atroz, yo voy a decir AHORA, en 2017, no
dentro de treinta años, cuando todo dios se ponga de acuerdo en alabarla (como
pasó con la primera; ahora es muy fácil dárselas de erudito y ponerle la
etiqueta de obra maestra… ¡pero en 1982 no hubo huevos!), que Blade Runner 2049 es una maravilla
cinematográfica de principio a fin. No me importa afirmar que está a la altura
de la original. Y dicho esto, ¿qué más puedo decir?
En este caso coincidimos 100% Yo tuve la suerte que el pase de prensa lo hicieron en el Phenomena. Este es un cine de Barcelona que, además de estrenos actuales, se especializan en cine de culto y clásico, haciendo dobles sesiones o maratones (para el 31 hacen un triple pase: En la boca del miedo, Nueva York bajo el terror de los zombis y Mal gusto, para que te hagas una idea). El caso es que es un cine que imita los cines clásicos (la moqueta es como la del hotel de El resplandor) con una sola pantalla enooorme. Ver en semejante pantallón Blade Runner 2049 fue algo casi hipnótico, estaba totalmente inmerso en la peli. Hay pelis que es obligatorio ver en gran pantalla y debería estar prohibido verlas en tablet o iphone, esta obra maestra es una de ellas.
ResponderEliminarPues fijo que más de uno ve Blade Runner 2049 en screener! En lugar de eso podrían decir directamente que odian el cine, así ahorrarían tiempo.
EliminarConozco la sala Phenomena de oídas, y lo cierto es que salivo con ella. Ya me gustaría que en mi ciudad hubiese algo mínimamente parecido... Pero tengo que conformarme con nuestro "maravilloso" multicine junto al Carrefour. Podría ser peor... podría no haber cine.
El siguiente visionado será ya en casita, en bluray.
Que tal Narciso!
ResponderEliminarNo puedo estar mas de acuerdo con tu reseña. He de decir que tenia alguna duda al respecto, aunque la gente que había detrás era de confianza (reconozco que me he reconciliado con H. Ford después de verlo en esta película...) tenia dudas en cuanto a que tipo de perfil de publico iba dedicada la pelicula. Como muy bien has explicado no va dirigida a digamos ese espectador y en eso creo que reside la grandeza de esta maravilla. Me ha encantado y por momentos me he sentido en una especie de estado semi hipnótico (aunque no he podido disfrutarla en ese cine tan fantástico que describe Raúl), no descarto volver a pasar por taquilla. Por cierto, esto que comentas de insistir en disfrutar de estas maravillas en pantalla grande hay quien no se lo toma muy bien, no es la primera vez que recomiendo esto a alguien y se lo toma no muy bien, pero bueno, que le vamos a hacer.
Un saludo!
Sobre lo que comentas respecto a esa gente que se toma mal (¿¿??) el consejo de ver cine en pantalla grande, me parece surrealista y fruto de estos tiempos tan extraños, invadidos por malos espectadores de dudosos gustos y preferencias, así que TE CREO. Pero si me lo hubieras dicho hace, no sé... 8 años, te habría acusado de mentiroso jajaja
EliminarA veces me siento un poco como Tommy Lee Jones en No es país para viejos: no sé qué cojones está pasando con la gente.
Un saludo, Fran!!