Diga lo que diga en este
artículo, no va a estar a la altura de la tremenda barbaridad que David Lynch
regaló a sus fans el pasado verano. Me falta vocabulario y talento para reseñar
esta monstruosidad como es debido.
Pese a todo, me gustaría dedicar
unos párrafos a hablar no de la serie en sí, sino concretamente de su tercera
temporada. ¿El motivo? Si el Twin Peaks original
de los 90 fue rompedor, lo que ha sucedido con su tercera temporada, estrenada
25 años después, resulta indescriptible.
Quizá no sea objetivo, ya que
todo lo que hace David Lynch me vuelve loco, pero es innegable que Twin Peaks: The return ha sido un
puñetazo sobre la mesa. Tal vez sea la primera vez en la historia de la
televisión que un autor tan poco digerible por los mainstreams ha hecho lo que
le ha dado la real gana, sin complejos, y además con un presupuesto y un
reparto más que considerables.
Quisiera condensar mi opinión en
un solo artículo, así que voy a dividirlo en secciones para organizar las ideas
y no acabar haciendo un caótico gazpacho.
Vamos allá.
1. NUEVO LOOK
Creo que todos los fans de Twin Peaks esperábamos de esta tercera
temporada un producto similar a las temporadas una y dos, pero no ha sido así.
Esto, como no podía ser de otra forma, ha provocado ira y admiración a partes
iguales, dividiendo al público y bla, bla, bla… Vamos, lo que ocurre siempre.
¿Alguna película o serie no divide al público? ¿Hay algo que guste o sea odiado
de forma cien por cien unánime?
Pero es verdad que la primera
toma de contacto, ese momento mágico en que ves los minutos iniciales del
primer episodio, se hace raro. Bastante raro, de hecho, y eso que Twin Peaks siempre ha sido una serie
rara y marciana, pero es que ahora había que sumarle a eso un radical cambio
estético, con una fotografía bastante fea, como de película barata o amateur, y
unos efectos especiales que son, casi siempre, una chufla. Pero nada de eso es
casual, porque nada es casual cuando se trata de gente como David Lynch.
De modo que sí, la primera toma
de contacto con The return se
atraganta, se observa con rechazo, pero acabas entrando de lleno, y lo haces
porque, aunque esto a priori no parezca Twin
Peaks, huele al inconfundible sello de su director. Tal vez nos sintamos
desubicados al principio, pero no tardamos en comprender que estamos en el
mismo lugar de siempre, ese lugar al que somos arrastrados cuando decidimos
bucear en la obra de David Lynch. Volvemos a estar inmersos en una de sus
histéricas y aterradoras pesadillas. Nada nuevo, por suerte.
Quisiera pensar que esto es lo
que siempre quiso Lynch para Twin Peaks.
Me explico: la serie original, formada por dos temporadas, acaba mutando en
algo que poco o nada tenía que ver con lo que nos ofrecía al principio, y todo
eso fue, como de costumbre, por culpa de los ejecutivos, los de la pasta,
empeñados en poner freno a los artistas. De modo que Lynch perdió interés por
la serie, la abandonó, y no fue hasta su recta final que decidió regresar y
trata de poner las cosas en orden, aunque para entonces ya era tarde. La
audiencia había caído en picado y la serie iba a morir cancelada.
Con esto quiero decir que, aunque
esas dos primeras temporadas fuesen extrañas y lynchnianas, estaban
domesticadas, o al menos lo estaban en parte. No es que fuesen un producto de
consumo masivo, pero… casi. En cambio, The
return es una temporada en la que David Lynch y Mark Frost (la otra mitad
de esta obra) han tenido libertad para hacer lo que quisieran, de ahí que no
haya compasión hacia el espectador. Twin
Peaks: The return es una serie desatada que no pretende caer bien a nadie,
ni siquiera a los fans de la original.
Tengo la impresión de que Lynch y
Frost siempre quisieron hacer esto, pero como en su momento no pudieron o no
les dejaron, ahora han dado rienda suelta al maravilloso cacao mental que a
estos señores les burbujea en la cabeza.
2. FUEGO, CAMINA CONMIGO
La película de Twin Peaks, revalorada con el paso de
los años, fue odiada e incomprendida en su momento, principalmente porque en
lugar de desvelar dudas, planteaba más. Por eso y porque, al igual que sucede
con la tercera temporada, se parecía más bien poco a la serie original. Fuego, camina conmigo era mucho más
oscura, adulta y deprimente, y a esto debemos sumarle el hecho de que su
metraje fue reducido en más de una hora. Eso significa un buen puñado de cabos
sueltos y momentos que, se miren por donde se miren, no tienen explicación.
Entonces, ¿Lynch ha obviado la
película a la hora de escribir la temporada tres? ¡NO! No sólo no la ha
ignorado, sino que es imprescindible haberla visto para poder “entender”
(nótense las comillas) algunos momentos clave de la nueva temporada. Pero es
que además de eso, The return ha
heredado el tono y la atmósfera onírica y pesadillesca de la película,
elementos más remarcados en el film que en la serie original (que ya es decir).
Para muchos, esto será una
tortura. Para mí, que la película me parece fabulosa, es un regalo.
Hay una escena de la película, uno
de esos momentos sin sentido que huelen a que hubo que cortar metraje explicativo,
que ha sido más o menos aclarada en la tercera temporada. Es una explicación
extraña, muy loca, muy de vamos a
improvisar algo mientras nos tomamos el décimo café del día, pero resulta
efectiva y da a la serie una nueva lectura sobrenatural. Y no es que Twin Peaks ande escasa de elementos
sobrenaturales, pero uno más siempre es bienvenido.
Me refiero a la demencial escena
en la que aparece el agente especial Philip Jeffries, interpretado por David
Bowie. En esta secuencia, Jeffries hace acto de presencia mediante una
¿teletransportación? ¿Cruzando una puerta interdimensional? ¿Viajando en el
tiempo? No lo sé. La cuestión es que el tío aparece en la oficina del FBI muy
desubicado y desorientado, pero su presencia también llama la atención de su
jefe, Gordon Cole, que se sorprende mucho al verle, e incluso hace alusión a
que Jeffries desapareció tiempo atrás sin dejar rastro… Hasta ahora, que ha regresado de nadie sabe
donde.
En esta escena, Jeffries dice dos
cosas clave. Primero comenta que no quiere que nadie mencione a Judy, y segundo
se pone un poquitín histérico al ver al bueno de Dale Cooper, a quien acusa de
ser un impostor. Todo el mundo presente en la oficina se queda con cara de ¿pero qué me estás contando?, y el
espectador también, claro.
¿Quién es Judy? Un misterio que
se planteó en 1992 y que desde entonces ha sido tema de conversación entre los
fans de esta serie. Pero el enigma se resolvió en 2017 gracias a la tercera
temporada, donde se nos revela que Judy es en realidad una antiquísima entidad
maligna llamada Jiao Dai, y que resulta ser el villano principal de la serie,
causante de todos los males.
Otra cosa que se nos aclara es
que dentro del FBI existe un departamento especial secreto llamado Rosa Azul, encargado
de resolver casos de índole sobrenatural o extraterrestre. A ese departamento
especial pertenecía el ilocalizable Philip Jeffries, motivo por el cual terminó
viajando en una de sus misiones a una dimensión paralela y cruzándose con la
peligrosa Judy, de ahí que conozca su existencia.
Y queda otra cuestión: ¿por qué
se altera tanto cuando Jeffries ve a Dale Cooper? Muy sencillo, al ser un
viajero en el tiempo y conocer el futuro, sabe que Cooper acabará teniendo un
doppelgänger maligno, motivo por el cual no sabe si ese Cooper es el bueno o el
malo.
Lamentablemente, David Bowie
falleció durante el rodaje de la tercera temporada sin darle tiempo a rodar su
regreso como el agente Philip Jeffries. Pero estamos en una obra de David
Lynch, así que todo es posible. De modo que sí, amigos, en la tercera temporada
tenemos de vuelta a Jeffries, aunque no con la apariencia que esperábamos. En
esta ocasión, y dado que Bowie no estaba disponible, Lynch decidió convertir al
agente Jeffries en una cafetera parlante. ¿Por qué? Porque sí, chavales, porque
sí. ¿No es maravilloso?
David Lynch ha sido muy valiente
al no ser complaciente con nadie, ni siquiera con los fans de Twin Peaks.
3. SALIMOS DE TWIN PEAKS
Otra decisión arriesgada por
parte de Lynch y Frost ha sido expandir la historia más allá de las fronteras
del idílico pueblo que da nombre a la serie. De esta forma, Nueva York y Las
Vegas son dos de los nuevos escenarios habituales en The return. Y digo que es una decisión arriesgada porque ampliar el
universo twinpeaksniano del modo en
que lo han hecho, puede suponer un rompecabezas al que no todos estén
dispuestos a jugar. Al haber más localizaciones, se abren frentes, muchos
frentes, cada vez más frentes… ¡Una puñetera tonelada de frentes! Sólo en los
dos primeros episodios ocurren más cosas que en algunas temporadas completas de
otras series. Es demencial. Lo más estresante es que la serie avanza y, en
lugar de resolver las quinientas subtramas pendientes, crea otras o retuerce
las ya existentes, y llega un punto, cuando la serie se acerca peligrosamente
al episodio final, el dieciocho, en que parece que no habrá tiempo de zanjar
los asuntos que se llevan planteando desde el primer capítulo. Experimentos
secretos relativos a otras dimensiones, asesinatos inexplicables, vórtices,
dobles malignos, tipos con superpoderes, vagabundos terroríficos que van por
ahí pidiendo fuego y asesinando, viajes en el tiempo, monstruos, realidades
alternativas, mafiosos… Quizá sea la mezcla más extraña y desquiciada de la
historia del audiovisual. Para un guionista, lidiar con todo eso debe ser una
labor titánica.
4. GOTTA LIGHT
Toda la serie, incluyendo sus dos
o tres episodios más flojos e insustanciales, es una obra de arte contada en
dieciocho horas. Quizá el evento televisivo más arriesgado, personal y LIBRE
con el que nos hayamos topado en décadas.
Y luego está el episodio ocho, un
punto y aparte. Ningún capítulo de The
return es normal ni comercial,
pero la locura desatada en el octavo, titulado Gotta light, es digno de estudio. Es el capítulo más surrealista y
desquiciado, y al mismo tiempo uno de los que arrojan más luz, al menos en lo
referente a un tema muy concreto: la llegada de Jiao Dai a nuestro mundo… o
algo así. Sólo diré que la culpa de todo la tiene una explosión atómica
ocurrida en los años 40.
El episodio, de una belleza
estética superior (esa preciosa y sugerente fotografía en blanco y negro
contrasta con el feísmo visual de los otros capítulos), funciona como un relato
de ciencia ficción dura, a lo Philip K. Dick (toda la temporada parece
influenciada por este escritor, dicho sea de paso) y una historia de terror.
Es duro hablar de este capítulo
sin perder pelo mientras se hace, ya que como ocurre con buena parte de la
filmografía de David Lynch, se puede describir pero no explicar.
CONCLUSIÓN
Twin Peaks: The return es una serie (o película de dieciocho horas,
como la describe el propio David Lynch) que se mueve en tierra de nadie. Por
una parte, y como ya he explicado antes, no busca complacer a nadie, ni
siquiera a los fans de la serie original... Tal vez podría decirse que el
público perfecto para The return se
encuentra en la gente que disfrutó con alguna de las obras más crípticas de
Lynch, como Mulholland Drive, Fuego, camina conmigo, Inland Empire o Carretera Perdida. Y por otro lado, ningún consumidor de series
convencionales aguantaría más de un episodio de este experimento audiovisual.
Pero resulta que, justo por eso,
estamos ante una serie magnífica, única, compleja y terrorífica que ha
conseguido algo que muy pocas series logran conmigo: mantenerme en vilo y
hacerme desear la llegada del siguiente lunes para poder disfrutar de un nuevo
capítulo, una nueva dosis de televisión gourmet. Y no sólo eso, sino que también
ha dinamitado todas las expectativas y conjeturas, ya que resulta imposible
saber por dónde van a ir los tiros de un capítulo a otro. Da igual lo que haya
ocurrido en el episodio que acabas de ver; el próximo saldrá por donde menos te
esperas, te cortocircuitará la cabeza… y querrás más.
A mí también me pareció una maravilla. Como ya sabía de su llegada, vi de nuevo las dos primeras temporadas (de las pocas cosas que he tenido en VHS, DVD y Blu-ray) y la peli (creo que soy de los pocos a los que le gustó desde el estreno), y para mí la continuidad fue perfecta. Obviamente, Lynch ha evolucionado como cineasta, así que no tratará de la misma manera la narración ahora que hace 25 años, igual que El hombre elefante es distinto de Terciopelo azul que es distinto de Mulholland Drice, sin que pierda por ello su personalidad. Todo artista evoluciona.
ResponderEliminarHe de decir que del material cortado de Fuego camina conmigo, el 100% tenía que ver con los personajes de Twin Peaks que la gente había conocido en la serie pero no tenían sitio en la peli, centrada en Laura Palmer. Si ves las escenas eliminadas incluídas en la edición en Blu-ray (y es todo el material eliminado), la historia de Jeffries siempre había sido la intención narrarla tal cual aparece en el film.
Por cierto, mencionas la estética feísta, pero la verdad es que a mí no me parece feísta, todo lo contrario, me parece muy preciosista. Es decir, la primera vez que la vi por Movistar estaba claro que no tenía calidad cinematográfica, pero eso era más por las limitaciones de la emisión. En Blu-ray desde luego es espectacular, en especial el audio diseñado por Lynch.
También me gustaría reivindicar un poco la figura de Mark Frost, que parece siempre en segundo plano. Antes de ver la 3ª temporada leí su novela La historia secreta de Twin Peaks y me pareció fantástica (también por eso no me extrañó que se saliera de TP, ya que tiene un alcance épico, y el Gotta Light me resultó familiar). Contribuyó enormemente a la serie y sin él todo habría sido muy distinto, aunque Lynch dominara lo visual.
En definitiva, una gran serie.
Creo que ocurre que las series actuales han llegado a un nivel estético tan cinematográfico, que choca cuando ves algo que no está en ese nivel, ya sea voluntaria o involuntariamente.
EliminarYa te digo, los primeros episodios se me hicieron raros por su fotografía y esos efectos especiales tan Windows Movie Maker, pero también es verdad que, en ciertos momentos, la serie es bellísima en el aspecto visual. Lo mismo te mete esos vórtices hechos con paint, que esa explosión nuclear digna de Michael Bay jajaja