jueves, 18 de mayo de 2017

El Bar


Un grupo de personas, todas ellas radicalmente distintas entre sí, queda encerrado en un humilde bar madrileño porque en la calle comienza a morir gente de forma misteriosa.

Álex de la Iglesia lleva una racha regular. Quien años atrás nos sorprendiera gratamente con títulos rompedores y atrevidos como El día de la bestia, Muertos de risa o La Comunidad, parecía haber caído en un agujero negro del que no salía. Decepción tras decepción, parecía que de la Iglesia no iba a volver jamás a ser quien fue… y entonces llegó El Bar y todos nos calmamos. No es su mejor película pero sí es un regreso a los orígenes, a los buenos tiempos de títulos tan gamberros y oscuros como La Comunidad, donde se hacía una pesimista disección de la naturaleza humana y la mala uva que nos caracteriza. Y es que a la hora de plasmar lo peor del ser humano, su mezquindad, su patetismo y su, en ocasiones, repugnante filosofía y avaricia, pocos cineastas hay como Álex de la Iglesia. Todo eso está en El Bar, y ya se echaba de menos.
 
Viendo los trailers parecía que estábamos ante una propuesta similar a la planteada en la estupenda Última llamada (Joel Schumacher, 2002), donde Colin Farrell quedaba encerrado en una cabina telefónica, acorralado por un francotirador chiflado.
Pero me negaba a aceptar que de la Iglesia fuese tan poco original. Es cierto que en un primer momento puede parecer que el enemigo de esas pobres almas encerradas en el bar es un francotirador o un terrorista, pero pronto descubrimos que la realidad es aún más aterradora y siniestra. De hecho, el primer juego que propone la película es el del desconcierto, el misterio de no saber qué hay ahí fuera: ¿Se trata de un francotirador? ¿Un Apocalipsis bíblico? ¿Están los protagonistas muertos y no lo saben? ¿Es el bar el mismísimo purgatorio? Esa paranoia PhilipDickniana consigue que incluso el espectador esté confuso y espere cualquier respuesta por demencial que sea.
Pero la clave de todo, el motor que mueve la película, son las reacciones de este grupo de personas dispares entre sí. El modo de afrontar el hecho de no tener nada en común y, al mismo tiempo, estar sometidos a un enemigo invisible que amenaza sus vidas.


A partir de la segunda mitad de la película, cuando conocemos lo que se está cociendo en la calle y todo se centra en el plan de huída de los supervivientes, El Bar se vuelve algo más convencional y tópica, pero igualmente disfrutable y terrorífica a su manera. Pese a la relativa pérdida de frescura en la propuesta, el sello del director está ahí… El sello añejo, el bueno. El que tanto nos hizo disfrutar en los 90. El que echábamos de menos, en definitiva.

Y como viene siendo costumbre en las películas del director vasco, el reparto quita el hipo. No sólo está repleto de rostros conocidos (Terele Pávez, Blanca Suárez, Mario Casas, Secun de la Rosa, Carmen Machi y el malagueño Jaime Ordóñez entre otros), sino que todos están perfectos en sus roles.

Cierto es que algunos elementos de la trama están algo forzados, tanto que no resultan nada creíbles (esos objetos que, milagrosamente, sobreviven al incendio sólo porque el guión necesita que no se quemen), pero desde luego son pinceladas negativas que para nada estropean un conjunto con más virtudes que defectos.

4 comentarios:

  1. Buenísimo entonces que regrese en buena forma... No hay que perder a los autores que tienen un estilo... Saludos 🙋

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    1. Así es. Quizá no sea su mejor películas, pero sí creo que es digna de estar entre las buenas de este director, muy al contrario de las últimas que ha hecho.

      Gracias por comentar! Un saludo :)

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  2. Yo no pensaba verla, porque sus últimas películas no me habían gustado (la última que me gustó realmente fue Muertos de risa), pero tras oír que no es una versión cañí de Tower Block, me ha despertado el interés.

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    1. Yo pensaba eso mismo, que iba a ser una especie de Tower Block o Última Llamada, y de hecho fui al cine convencido de que los tiros (¡CHISTACO!) irían por ahí... pero no, así que mejor :D

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